Influencia de la violencia de género en la equidad
de género juvenil
Pedro Neciosup Nanfuñay, Estudiante de
Ciencias de la Comunicación-
Universidad
Nacional Pedro Ruiz Gallo
Resumen:
El
género surge a través de un proceso de construcción social que define lo
masculino y lo femenino a partir de los sexos biológicos, hasta establecer las
posiciones de poder y vinculo. Esta situación es tratada en diferentes aspectos
como desventajosa para las mujeres, en relación con las desigualdades a las que
han sido sometidas a lo largo de la historia, respecto a los hombres. En la
Tercera Conferencia de la Mujer celebrada en Nairobi en 1985 se reconoció la
discriminación de este sexo en la vida económica, política y social, lo que se
considera como un hecho natural. La Cuarta Conferencia de la Mujer celebrada en
Beijing en 1995 discutió acerca de la equidad de género y el empoderamiento de
la mujer, aceptados como piedra angular para la planificación de políticas de
salud y programas de población. En este artículo se realiza una investigación
científica para tratar de esclarecer los supuestos que tienen implicancia en el
devenir de la desigualdad de género en una etapa un tanto complicada de la
vida, como lo es la adolescencia.
Palabras
clave: Equidad de género, género,
desigualdades, sociedad, jóvenes.
Abstract:
The
Gender emerges through a process of social construction that defines
masculinity and femininity from biological sexes to establish the positions of
power and link. This situation is treated in different ways as disadvantageous
for women, in relation to inequalities that have undergone throughout history,
compared to men. In the Third World Conference on Women held in Nairobi in
1985, discrimination of females in economic, political and social life are
recognized, which is considered as a natural fact. The Fourth World Conference
on Women held in Beijing in 1995 discussed gender equality and empowerment of
women, accepted as a cornerstone for planning health policies and population
programs. In this article a scientific investigation to try to clarify the
assumptions that have implications in the evolution of gender inequality in a
somewhat complicated stage of life is done, as is adolescence.
Key words: gender
equality, gender, inequalities, society, youth.
En diversos ámbitos de discusión académicos, políticos,
sociales, judiciales y coloquiales, es común utilizar el término de violencia de para referirse a una variedad de hechos en
los que es utilizada la fuerza contra una o más personas, con intenciones
diversas respecto a quien realiza estos actos y con consecuencias distintas
para quienes lo sufren. Pero la violencia no representa solo un conjunto de
agresiones, por más que se produzca daño físico
psicológico a quien lo recibe, sino que estas agresiones tienen una
intencionalidad: la de controlar, intimidar y someter al otro (Jacobson &
Gottman, 2001), y quebrar su voluntad hacia los propios designios, justamente
intentando anularlo en su calidad de “otro” (Corsi, 1995)
Sin
embargo, para que la violencia pueda ser ejercida, no basta la voluntad de
someter al otro, tienen que haber condiciones de posibilidad, que se basan en
la existencia de un desbalance de poder físico, económico, político o cultural.
Entonces la violencia es desatada por quien ostenta ese mayor poder.
La violencia de género y equidad de género juvenil
Una de las diferencias sociales que aun afronta la
humanidad es aquella que existe en las diferencias biológicas en el plano de
las características sexuales. Son por estas características biológicas, que las
mujeres han sido convertidas socialmente en cuerpos especializados en la
maternidad y en la reproducción. Mientras tanto, el varón, aparece con un rol
de proveedor del ámbito reproductivo, a través de actividades productivas en la
esfera de lo público. Su dominio de lo público. Y este supuesto le otorga al
hombre poder frente a las mujeres, pues estas son solo seres especializados en
la reproducción (Lagarde, 1992).
Es pues que tomando en cuenta este supuesto, y
gracias al avance de los estudios teóricos con perspectiva de género, se ha
demostrado fehacientemente que las características asignadas al género son
aprendidas y todo lo que es ser mujer o ser hombre, es histórico (M. Lagarde,
1992). Hace varias décadas Simone de Beauvoir afirmaba que “no se nace mujer,
se llega a serlo” señalado como esto que las características de las mujeres no
son innatas, sino producto de un proceso de socialización orientado por
concepciones sociales determinadas.
En contraste a este punto, es que se aborda la
Teoría Sexo-Género. Esta teoría permite conocer un modelo de sociedad en el que
se explica cómo las diferencias biológicas entre las mujeres y los hombres se
han traducido históricamente en desigualdades de índole social, políticas y
económicas, en el ámbito de los derechos, sociedad, etc. entre ambos sexos,
siendo las mujeres las más desfavorecidas en este proceso. Esta teoría de sexo-género
identifica lo natural y lo socialmente construido y establece que el sexo no es
en sí mismo la causa de la desigualdad de las mujeres sino su posición de
género socialmente construida. (1)
Esta teoría nos dice que a lo largo de la existencia
del hombre ha predominado la cultura patriarcal, y dentro de esta la idea de
sexo. Originando en toda cultura los estereotipo sociales, basados siempre en
análisis de criterios socialmente históricos. En donde además el modelo de
sociedad seria androcéntrico que supone: Lo propio y característico de los hombres
varones como centro del universo, parámetro de estudios y análisis de la
realidad y experiencia universal de la especie humana; una confusión entre la
humanidad con el hombre-varón; una ocultación de las mujeres y de su papel a lo
largo de la historia y una forma explícita de sexismo.
Esta diferencia que se hace entre hombres y mujeres,
también introduce una valoración distinta y jerárquica para las características
consideradas masculinas y femeninas, denominando superiores las primeras. En
este sentido, el hombre tiende a sentirse por encima de la mujer, dando por un
hecho que ésta debe someterse a las decisiones que él tome de manera sumisa y
callada. (Claramunt, 1999, p.73)
Según esta teoría, la violencia está íntimamente
relacionada con aquellas conductas dirigidas a perpetuar la desigualdad de
poder y dominación entre hombre y mujer. Comprende irrespeto a los sentimientos
y derechos femeninos, cuyo origen se encuentra en un proceso de socialización
que transmite valores y costumbres, que legitima pautas culturales y
estereotipos, que por un lado, van en detrimento del género femenino y por
otro, exalta las formas de resolución de conflictos a través de la violencia,
específicamente puestas en práctica por los varones.
En este sentido, las mujeres logran acceder al lugar
público siendo categorizadas y reconocidas como “mujeres” y no como seres
iguales a los hombres. Dando lugar a que se reconozca la participación y aportación
al medio social de hombres y mujeres que son diferenciados por su sexo (2). Campos
refirma que “se construye el espacio público-político (que es) un pacto
sexual-social en donde la diferencia sexual es diferencia política (y se) traza
una barrera entre libertad y sujeción (Campos, Teoría Feminista Identidad
Género y Política).
Es así que esta construcción social que otorga mayor
poder a los hombres sobre las mujeres, es la base de la violencia de género. En
donde los hombres han construido su identidad masculina fuertemente ligada al
ejercicio de la autoridad sobre las mujeres basados en su supuesta superioridad.
Es así que en términos generales podemos definir la violencia de género como
todos los actos de agresión física, sexual y emocional, que se desarrollan en
un contexto de desequilibrio de poder basado en la manera como se construyen
los géneros en una sociedad. (3)
Esta violencia de género no distingue edad, color
de piel, identidad cultural, nacionalidad, opción religiosa, condiciones socioeconómicas
y se da en espacios que trascienden la vida privada de la mujer. Las mujeres
son objeto de acciones en contra de sus derechos en la casa, en el lugar de
trabajo público o privado, así como a través de los medios de comunicación.
Son muchos los ejemplos de ello: la violencia
intrafamiliar, la discriminación y acoso laboral, hostigamiento sexual, la
violación, la prostitución obligada, el incesto, la maternidad forzada, el
abandono por parte de su compañero y el incumplimiento en el pago de las
pensiones alimentarias, el despido por razones de embarazo, la negación de la
esterilización de las mujeres adultas que así lo desean, el uso del cuerpo
femenino como objeto de entretenimiento masculino, la discriminación y
desatención a la que es sometida por los sistemas judiciales, los tratos
degradantes en instituciones penitenciarias, el embarazo y la maternidad de
niñas y mujeres adolescentes sin que exista un padre que se responsabilice, las
detenciones arbitrarias a mujeres en prostitución, los diversos tipos de
restricciones para acceder en condiciones de igualdad a cargos de elección
popular, el menosprecio de sus capacidades intelectuales y laborales que se
manifiestan en el no nombramiento de mujeres en puestos de dirección, entre
otros.
Ahora, teniendo en cuenta estos lineamientos, cómo
es que se estas perspectivas se vinculen al trabajo con adolescentes. Pues bien, hay que tener en cuenta que las y los adolescentes presentan en esta etapa de la
vida cambios físicos, psicológicos y sociales; estos cambios se van concretando
bajo la influencia del contexto, en el que todo el entorno social juega un
papel muy importante. La mercadotecnia que invade las pantallas televisivas con
mensajes comerciales, un entorno familiar relacionado al patriarcado, círculos
amicales machistas, sociedades tradicionalistas y vinculadas a las
masculinidades, etc. son detonantes para establecen estereotipos y modelos preestablecidos
de hombres y mujeres. Estos detonantes tienen desarrollo inicial en el público
adolescente. Los medios de comunicación, y sociedad en general, muestran
estereotipos de siluetas esbeltas para las mujeres y músculos estilizados en
los hombres, siendo estos un tipo de estimulantes para la iniciación al
ejercicio de su sexualidad socialmente establecida, y en muchos casos al inicio
de una vida sumergida en la violencia de género. Ante este escenario las y los
jóvenes requieren tener información clara, que les permita elaborar juicios y
tomar decisiones sobre su imagen y sus relaciones sociales interpersonales, el
ejercicio de su sexualidad y el planteamiento consistente de un proyecto de
vida (4).
Las investigaciones sobre la violencia de género en
los jóvenes realizadas en el ámbito educativo han incrementado el conocimiento
sobre factores de riesgo que pueden hacerlos más vulnerables a la victimización
y a la perpetración (Díaz-Aguado, 2001; Diaz-Aguado y Martínez Arias, 2002;
Meras, 2003; Greytak, 2003, Anderson y Whiston, 2005). Estos factores de riesgo
son los atributos o características que están asociados con un incremento de la
probabilidad de recibirla o ejercerla, y es importante tener en cuenta que
aunque e relacionan con la violencia estos no son del todo, o no tienen porque
ser factores causales. Los factores que están relacionados con la violencia en
las relaciones de pareja pueden ser individuales, de relación y de contexto; la compleja
interacción que tiene lugar entre estos factores crea las circunstancias bajo
las cuales se pueden producir actos de violencia en las relaciones de pareja
entre adolescentes.
Con respecto a los factores de riesgo a nivel
individual tendríamos que distinguir entre los que se relacionan con la mayor probabilidad
de cometer actos de violencia y los que hacen más probable el ser victimizado.
Entre los primeros, se ha encontrado que es más probable que se comentan actos
de violencia hacia sus parejas aquellos que han estado expuestos a modelos de
agresión en las relaciones familiares o en su primera infancia; los jovenes con
actitudes que justifican la violencia, o que mantienen la creencia de que es
aceptable la violencia en la resolución de los conflictos interpersonales
(Malik, Sorenson y Aneshensel, 1997; O´Keefe, 1997; Price y Byers, 1999); los
que presentan altos niveles de cólera o los que tienen un bajo nivel de
autoestima (O´Keefe, 1997), así como los que tienen actitudes negativas o
patriarcales hacia las mujeres. Como factores de riesgo de victimización
encontramos el consumo de alcohol y drogas (O´Keefe, 1997; Foshee, Bauman,
Linder, Benefield y Suchindran, 2004). Aquí también encontramos sentimientos
como los sentimientos de desesperanza y la baja autoestima, el inicio temprano
de las relaciones sexuales, mantener conductas sexuales de riesgo - tener múltiples
parejas, no utilizar preservativos-; el embarazo no deseado, así como las
formas de control de peso no saludables (Howard y Wang, 2003). Y a nivel
comunitario, las altas concentraciones de pobreza, el alto porcentaje de
transitoriedad y familias disruptivas así como el bajo nivel de participación
comunitaria, de organización social y la exposición a la violencia en la
comunidad están relacionados con el aumento de la violencia de pareja (Malik et
al., 1997).
Existen muchas teorías que intentan dar una
explicación del por qué existe y persiste la violencia de género tratada desde
el ámbito juvenil, por ejemplo se cree sobre las mujeres que sufren violencia
de su pareja, que la única estrategia es la salida del hogar o termino de su
relación. Sin embargo, por distintas investigaciones realizadas se comprueba
que la mujer golpeada responde “poniendo en juego diversas estrategias
saludables” a lo largo de un continuo de respuestas durante el cual, prueba sus
recursos internos y externos hasta que se convence de su capacidad. (Gutiérrez
y otras, 1999, p.42)
En otro estudio se señala que las mujeres utilizan en
mayor o menor grado distintas estrategias, tales como la confrontación, la
rebelión (gritar, llorar), orar o rezar con más frecuencia, niega lo que
sucedió, se refugia en actividades como estudios o trabajo, busca apoyo
institucional, contacta con otras personas. (Pineda, 1999, p.26)
Lamentablemente estas estrategias no necesariamente son efectivas y pueden
estar marcadas por estereotipos sociales y desconocimiento del trasfondo del
problema real.
Pero hay otras teorías con las cuales, en su
aplicación, pueden servir para un estudio a favor de estos estudios para generar un proyecto en el cual se trate de
regenerar el pensamiento de los jóvenes en cuanto a la violencia de género, este enfoque de investigación está basado en la
Teoría Crítica de Habermas (1989), quien plantea que el grupo humano puede
transformar su comportamiento partiendo de su reflexión a través de la
comunicación y acuerdos ínter subjetivo entre las personas. El método a
utilizar será la investigación-acción participante que para los autores Kemmis
y McTaggart (1988), se trata de una reflexión colectiva, permanente y
sistemática en y sobre la acción para intentar transformar la realidad en l que
se vive.
Una de estas es la Teoría del Aprendizaje. Esta
teoría, referida a al estudio de género, se refiere al aprendizaje que adquiere la
persona agredida a convivir con la conducta violenta de su compañero, aprende a
tolerar, a inhibir o exhibir sus sentimientos, fortaleciendo la frustración y
los estereotipos. Esta teoría se encuentra muy relacionada con la teoría sexo –
género, al considerar que el proceso de aprendizaje va de acuerdo al sexo y a
la cultura en que vivimos. Es promovido por el grupo familiar, el sistema
educativo, la publicidad, los mitos y la literatura; siendo así que los
patrones de agresión son el resultado de su aprendizaje social
En este mismo sentido, se plantea que cuando se
intenta resolver una situación, están en juego tres aspectos, a saber: la
información acerca de lo que sucederá, el juicio o representación cognoscitiva
acerca de lo que pasará y el comportamiento hacia lo que en realidad sucede,
los cuales se adquieren a través de la formación personal y experiencias
vividas, siendo posible la creación de expectativas difíciles de cambiar, que
inclusive pueden imponerse frente a lo que en realidad ocurre y obstaculizar la
capacidad para aprender nuevas alternativas. (Quiroz, 1999, p.115).
Por consiguiente con esta teoría lo que se buscará
será: Analizar la violencia que se
produce en las parejas de adolescentes, Sensibilizar al alumnado participante
en la experiencia sobre la violencia de género en general y de manera
particular sobre aquella que se da en las relaciones de pareja de adolescentes
y jóvenes, Eliminar los mitos e ideas erróneas subyacentes al fenómeno de la
violencia de género, Favorecer el desarrollo habilidades para ser capaces de
afrontar los conflictos, mostrando pautas de actuación e informando de los
recursos existentes en caso de agresión o maltrato; capacitarlos para detectar
y reconocer el maltrato físico, psicológico y sexual; informándolos sobre los
posibles comportamientos de la pareja que pueden significar un inicio de
control exagerado o violencia; utilizar al grupo de iguales, dada su
importancia e influencia en esta etapa, como agente de cambio de mentalidad sobre
la violencia de género, utilizando para ello procesos de reflexión compartida.
Otra de estas teorías que se podrían utilizar para un
estudio a favor de las investigaciones en adolescentes a favor de la
erradicación de la violencia de género juvenil seria la Teoría del Ciclo de la
Violencia la cual indica que la violencia obedece a un patrón cíclico o etapas
consecutivas y repetitivas a lo largo de la relación. La comprensión de las
dinámicas de la agresión que las mujeres experimentan permite explicar cómo
estas se llegan a constituir en víctimas, a prevenir la violencia física y a
establecer con claridad dónde, en qué, quién o quienes recae la responsabilidad
de la agresión.
Aquí se establecen tres ciclo, los cuales son: Aumento de la Tensión: en
ella se dan los incidentes menores de agresión, donde los agresores
manifiestan enojo por asuntos cotidianos y las víctimas crean excusas para
disculparlos. La tensión aumenta por más esfuerzos que se realicen para
detenerla.
Incidente
Agudo de Violencia: es la más corta y brutal de las fases, pues es donde se manifiesta la
agresión en sus diferentes formas. Tregua Amorosa o fase de arrepentimiento: al liberar
el agresor toda la tensión sobre la víctima, busca el perdón. Es la etapa de promesas,
elogios,
regalos y
similares, lo cual confunde a la víctima al creer que tiene la culpa del hecho violento. Sin
embargo, la víctima lo cree y busca ser “más comprensiva”, minimizando lo
ocurrido. Debido a lo anterior, muchas mujeres pueden continuar agredidas una y otra vez,
pues miran solo el comportamiento positivo y temporal de su compañero y son manipuladas con facilidad. Luego de esta última fase se
repite la primera, hasta volver a producirse el acto violento nuevamente.
En cuanto a esta teoría se
tratará de los ordenamientos estructurales que corresponden a la división
sexual del trabajo que naturalizan la participación por géneros
(feminización/masculinización) en el sistema educativo en cuanto a ocupaciones
y prácticas cotidianas; Los ordenamientos simbólicos que corresponden a las
ideologías de género que dan cuenta del sentido social contradictorio de las
imágenes y las prácticas de la enseñanza y el aprendizaje y los conceptos
normativos (jurídicos, religiosos, etc.); Los procesos de subjetivación en el
contexto escolar, referidos a la construcción de identidades de género
particulares.
(Rodríguez, 1999, p. 48).
Así, lo que se buscará será
proporcionar vivencias y mecanismos que ayudan a una normalización de la
cultura de género, ya que permitirá a los y las jóvenes vivir las relaciones de
género presentes en todas las dimensiones sociales.
Tal y como destacan Andreu
(Andreu, et al. 2009), lo que se requiere es un gran esfuerzo dinamizador en la
mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje (Francisco y Moliner, 2010) y
generar una mayor confianza en las y los jóvenes, para que se creen contextos
eficaces basados en la transmisión de conocimientos y valores más igualitarios
y sinceros (Aubert et al., 2009).
Conclusiones:
Todo estudio consultados concluyen que la violencia
contra la mujer es una situación circunscrita a factores socioculturales y una
socialización estereotipada, en la cual el agresor ejerce poder y control sobre
su pareja y a la vez ésta manifiesta “co-dependencia”, inclusive en medio de
una relación de agresión que persiste por varios años.
Se debe localizar las dinámicas que dan lugar a los
prejuicios referidos a la cultura de género en adolescentes y se pueden
formular después mecanismos que ayuden a superarlos. En donde se pueda
planificar estrategias de intervención que compensen cualquier tendencia
injusta (latente en el contexto del alumnado) con la percepción de la cultura
de género, puesto que se proporcionará al alumnado “modelos representativos de
los dos géneros, en igualdad cuantitativa y cualitativa” (Del Castillo, 2012: 70).
Si
queremos que la percepción del colectivo adolescente hacia la cultura de género
sea otra bien distinta de la que refleja la sociedad -y si se pretende que la
escuela consiga poner las bases para que las y los jóvenes tengan las mismas oportunidades
y que vayan desapareciendo las barreras de género de la sociedad en la que
viven-, se debe procurar que todas las capacidades humanas más positivas y
necesarias estén al alcance de los futuros hombres y mujeres. No es conveniente
que sea la “realidad social” la que lleve al alumnado a adquirir la formación
en cultura de género una vez finalizados sus estudios (Prudencia Gutiérrez,
2011)
Propuesta:
Avanzar en políticas
transformativas de equidad y género en educación a partir del Plan Nacional en
Género y Diversidad de la Consejería para Equidad de la Mujer en el marco del
Plan Nacional de Desarrollo.
Conseguir reducir la violencia en las relaciones de pareja, así
como promover relaciones saludables y respetuosas.
Desarrollar la conciencia ante este problema aumentado
el conocimiento sobre qué es la violencia de pareja, por qué ocurre, qué hacer
y dónde obtener ayuda en el caso de que ésta ocurra; así como trabajar la
resolución de conflictos, el desarrollo de habilidades y el pensamiento crítico.
Proporcionando información sobre relaciones saludables, control y poder en las
relaciones, desigualdades y estereotipos de género, habilidades de
comunicación, resistencia a la presión de los iguales, medios de comunicación y
género, etc.
Teniendo en cuenta todos estos parámetros realizamos
el diseño de un programa de prevención de la violencia de género en
adolescentes basados en una metodología activa y participativa en que, a través
de actividades tanto individuales como cooperativas, se intenta generar la
participación y reflexión de alumnos y alumnas, sensibilizándolos sobre el
problema, favoreciendo en éstos la aparición de cambios cognitivos, emocionales
y de comportamiento y dotándoles de estrategias para reconocer un posible caso
de violencia desde sus comienzos. Se utilizará una metodología que fuera capaz
de promover el cambio en las teorías e ideas previas del alumnado,
contrastándolas con fuentes documentales y visuales y con la opinión de sus
iguales, y a través de actividades cooperativas, de reflexión y de debate.
Referencias:
(3) RAMOS
PADILLA, Miguel Angel. Masculinidades y violencia conyugal. Universidad Peruana
Cayetano Heredia. 2006.
-Guerrero, A. Historia de la educación femenina en
Colombia: la incursión de la mujer en la Universidad. El caso de las Ciencias
Sociales en la llamada "República Liberal". Bogotá, Departamento de
Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional, tesis de maestría
en Estudios de Género: área Mujer y Desarrollo, 1999 (inédito).
-GOBERNACIÓN
DE ANTIOQUIA. Política de Equidad de Género para las mujeres (3ª. Impresión).
Medellín, Secretaria de equidad de género para las mujeres, 2004.
-Herrera,
I. y Martínez, C. P. Identidad de género en cinco escolares con autismo.
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Psicología, 2005 (trabajo de
grado en trámite).
Artículos
Científicos:
Teoría
Sexo-Género
Teoría de Aprendizaje
Teoría del Ciclo de la Violencia
http://cdc.escogranada.com/cdc/wp-content/uploads/2009/03/2cuadernos50-57.pdf